
En este país nuestro tenemos la fea costumbre de aceptar el retraso tecnológico como si fuera normal. Y lo que es peor, aceptamos que se den pasos hacia atrás. Hace años, yo aún puedo recordarlo, las cabinas telefónicas devolvían cambio (sé que parece imposible, pero
no debe ser mucho más difícil de implementar que en una máquina de tabaco).
O quizá sea que la peña no se entera porque,
aprovechando las vacaciones estivales, las
mafias y demás
engendros se dedican a putear al personal; los primeros con el canon y los segundos con
el fin de la tarificación por segundos.
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