Cerrada una puerta...

... abierta una ventana
Con un correo electrónico de 2675 megas (y subiendo hasta el infinito y más allá) y un programa que lo convierte en disco duro... ¿pretenden detener un proceso lógico si la peña se pone tonta? Sólo es necesario que subas un archivo a tu correo, le des la contraseña a otra persona y esa persona pueda descargárselo en su ordenador sin que nadie pueda quejarse lo más mínimo. Salvo tú mismo, claro. Pero eso es ya otra historia.
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