domingo, mayo 10, 2015

Nos amanecimos la semana que termina con el cierre de Grooveshark (esperado, pero sorprendente por lo repentino). Y adiós al gran servicio de streaming gratuito que quedaba. Otro gol de la industria... en propia puerta. Grooveshark fue otro servicio que quiso y no pudo. Al igual que a Pandora, entre otros, la industria le negó el pan y la sal, porque la industria no quiere competencia, es lo único que sabemos que quiere, porque el resto consiste en hacer un ridículo tras otro en su loca guerra contra el mundo. Incluyendo los jueces.

No quieren piratería, dicen, pero no quieren servicios ni propuestas que demuestran su eficacia.Se empeñan en el DRM y en arruinar a las plataformas de streaming antes que ponerse seriamente a trabajar para sus clientes. La última ocurrencia mágica de estos genios es acabar con la música gratis. ¿Qué es eso de escuchar la radio? ¡Pirata, ladrón!

Son como el megalónamo que, previendo su final, empieza a ser acosado por la paranoia. Todos están contra mí; el mundo conspira para joderme... Tomemos el ejemplo de la imbécil de Taylor Swift quien, antes muerta que sin silla, prefiere no ganar nada antes que ganar poco. Clama contra Spotify porque no le paga suficiente, aunque se olvide que quien no le paga es su discográfica. Perro no come perro. Y como el hidalgo español, mejor ponerse las miguitas en el cuello de la camisa que trabajar para comer. Haciendo amigos.

El 1 de mayo la industria musical me dio otro motivo para no volver a pagarles un céntimo (consciente) en su puta vida ("su" porque tengo la inocente esperanza de verlas quebrar). Ayer fue Pandora. Hoy Grooveshark. Y ellos van de victoria en victoria directos al fracaso final. Porque su objetivo es la aniquilación y, contra eso, no hay negociación posible.

Etiquetas: ,