Ahora que ya pasó la resaca olímpica, voy yo. Si los juegos de Atenas serán recordados como los del dopaje, los de Pekín lo serán (en lo deportivo) por los
más que discutibles arbitrajes. Que los árbitros fueran a favorecer a los chinos era esperable, aunque no en la medida que se hizo, hasta el punto de hacer saltar a una gimnasta protestando por sus puntuaciones. Que se permitiera participar a chinas menores de la edad permitida también es normal, ya que todos los chinos (como es bien sabido) son iguales. Pero es difícil saber en base a qué se produjo un arbitraje tan pro-USA en baloncesto o porqué se dio una medalla de oro a unos corsarios daneses. Sólo nos faltó que Argentina ganara al fútbol jugando con 12. Pero todo esto queda empequeñecido con la
conspiración perfecta: La que otorgó a Phelps su 7º oro y permitió a estos juegos pasar a la historia.
Al COI no le tembló el pulso para seleccionar la capital del régimen más inhumano del planeta. Total,
Occidente está amodorrado en su opulencia y salvo que haga algo EEUU, como si los chinos comen carne humana para merendar. La muestra es que Rusia aprovechó el desfile de sus atletas para hacer un desfile militar en Georgia y nadie dijo ni mú.
Pero algo salió mal. A poco de empezar los juegos una revuelta en el Tíbet hace despertar al Primer Mundo. Lo que empezaron siendo manifestaciones con pancartas y banderas
made in China gritando consignas con megáfonos
made in China acabó como el rosario de la aurora, con la antorcha abucheada, perseguida, acosada e incluso apagada.
Con estos precedentes, el COI necesitaba que estos juegos pasaran a la historia imperecedera por algo deportivo.
Algo realmente increíble. Y se fijaron en un chavalote de Baltimore.
8 oros tenía que conseguir el pájaro (de ahora en adelante, pez). Y tras superar con apuros los retos por equipos, parecía que
los 2 siguientes serían coser y cantar.
Pero, hete aquí que surge de la nada un balcánico
de mierda y gana el oro en una final de lo más apurada. Por milímetros. El reloj da como ganador al yanqui. Y Serbia, como es natural, protesta. El COI retira la
foto-finish y se trae a los serbios al despacho. A puerta cerrada
les untan lo que pidan a condición de reconocer a Phelps como campeón. Serbia accede. ¿Insólito? No, tanto. LA ATP, que no tiene tanto poder como el COI, ya lo intentó en el
torneo de Las Vegas.
Total, si Covic hubiera protestado le hubieran descalificado como
al sueco que tiró la medalla. Ya lo decía Guerra: "El que se mueva no sale en la foto". Parafraseando la cultura popular, más vale plata en mano que oro flotando.
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